Podriamos aceptar la realidad de una escuela llamada vida, tan arraigados a nuestra existencia material pero tan separados de nuestra existencia espiritual, donde podemos encontrar la felicidad absoluta. Nuestro destino se forja en lo que hacemos en estos precisos momentos, si sentimos frio, calor, sueño, cada necesidad se va con el pasar de los minutos, pero cuando amamos, ayudamos, empezamos a sembrar los verdaderos tejidos espirituales, forjamos el camino a nuestra felicidad.
Si el tiempo desaparece en el silencio
entonces se encierra en el sonido
en el vacio encuentro mi espacio
y en ella las huellas de mis firmes pasos.
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